El ojo humano de Paul Strand
En 1976 Paul Strand escribía, “Me veo a mi mismo fundamentalmente como un explorador que ha empleado su vida en un largo viaje de descubrimiento”. Una frase en primera persona que no puede ser más certera ya que, más allá de abastecerse tan sólo de las imágenes que le rodeaban, salía en su busca tal y como se puede ver en la completa exposición que le dedica la Fundación Mapfre, con fotografías que van desde 1910 hasta 1960 por lugares como Italia, México, Francia, Inglaterra o Marruecos y, por supuesto, sin olvidarnos de Nueva York.

Paul Strand: “Muchacho, Gondeville, Charente, Francia”, 1951. © Aperture Foundation Inc., Paul Strand Archive
La muestra ha sido realizada en colaboración con el Philadelphia Museum of Art, institución que conserva el mayor legado del fotógrafo, seguida a nivel europeo por la Fundación Mapfre, que en 2011 adquiría un conjunto de más de 100 fotografías suyas.
Strand, artista clave en la historia de la fotografía, no era un fotógrafo al uso. Uno de sus padres artísticos Alfred Stieglitz ya le definía como un “caminante lento pero constante”. Si bien su fotografía en sus comienzos no atisbaba todo lo que podía abarcar su genio, poco tardó el joven Strand en salir a la calle, cámara en mano, para retratar a las personas humildes y, sin que ellos lo supieran, convertir estas fotografías en la esencia de su arte. Se cuenta además que era muy meticuloso en la preparación de la cámara y que sus modelos padecían largas poses hasta que por fin disparaba.

Paul Strand: “Railroad Sidings, New York”, 1914 – 1915. © Aperture Foundation Inc., Paul Strand Archive
Cuando en noviembre de 1914 con motivo de su exposición individual en el Camera Club se acercó a Stieglitz, fue un momento decisivo en su producción. Su maestro le dijo en una crítica sincera que su práctica no iba por buen camino. Así, Strand comprendió por fotografías del propio Stieglitz, Karl Strauss o Coburn, que se estaba produciendo un nuevo enfoque alrededor del distrito financiero de NY, en sus estaciones y barrios obreros. Fruto de esta nueva aproximación a la ciudad, surgen algunas de sus obras más conocidas como “Mujer ciega” o la que está considerada como una de las primeras películas vanguardistas, “Manhatta” (1920-1921), una pieza que sin duda expresa el espíritu del Nueva York en efervescencia y que puede verse en las salas de la Fundación Mapfre.
Pero pronto la necesidad de nuevas motivaciones hizo que Strand saliese fuera de su país. En México permanece durante dos años, de 1933 a 1935, donde retoma de nuevo el retrato y perfecciona su técnica, colocando un prisma en el objetivo de su cámara y con un trípode con el que elegía su objetivo, con la apariencia de estar dirigiendo la cámara en una dirección distinta la que en realidad estaba enfocando, y así poder retratar a sus personajes sin ser visto y con más tranquilidad como a el le gustaba.
Otro ejemplo del modo de hacer de Strand reside en los libros de fotografías como otra forma de transmitir su trabajo en diálogo con el texto. Me gusta especialmente el libro “Un Paese” (1953) , lleno de la vida cotidiana del pueblo italiano de Luzzara tras el régimen fascista y la guerra. Con una estética neorealista es una manera distinta y cercana de contemplar la historia a través de las vidas de sus habitantes.

Paul Strand: “La familia, Luzzara (los Lusetti)”, 1953. © Aperture Foundation Inc., Paul Strand Archive
Me permito terminar este post con estas palabras del comisario de la muestra, Peter Barberie, que creo que resumen muy bien la importancia de la obra de Strand: “la cámara como ejemplo supremo de la maquina moderna”.